fue entonces

un abanico de madera lograba darme fuerzas para continuar mi viaje hacia la cordura.
agujas clavadas en la espalda
un gato haciendo malabares con las pestañas.
un trago de agua
y morder tus axilas sudadas.

una cuchara me acompaña esta noche
en busca de la llama perdida
una habitación,
la conti-güa,
enciendo la luz y duermo en la sobra del sombrero.